martes, 25 de agosto de 2009

Preparate para lo peor, que lo mejor está por venir... I

La libertad es un estado de la mente, también así lo es la paz.
Éstas se logran haciendo lo correcto. Lo correcto es lo moralmente aceptado.
Acá se corta la línea: Lo moralmente aceptado solo indica pautas de la cultura específica de una región, a su vez esta cultura es creada y modificada en base a la historia.
La historia es escrita por hombres, los hombres olvidan. Por ende la historia contada nunca es real. Los hombres también son influenciables por cuestiones personales; la personalidad se forma en un contexto y ese contexto es la cultura. Entonces la personalidad de cada hombre se basa, se crea y modifica a partir de los que otros hombres recuerdan; u olvidan olvidar.
Queda así la personalidad, como resultado de un descuido de la mente, e influencias personales de aquellos quienes escriben la historia.
Nuevamente la historia es olvidada y además corruptible.
Se le suma a su vez, aquellos hombres que crearon su personalidad influenciados por la cultura que proviene de la historia que no es la historia olvidada, o mejor dicho, la verdadera historia, sino aquella historia corruptible de la que hablamos en el párrafo anterior.
Entonces, si lo moralmente aceptado no es real, no será posible alcanzar la libertad, y tampoco la paz.
Sin embargo la paz es posible, como también la libertad, porque la mente es un hecho.
¿Quiero decir con esto, que para lograr estos objetivos tengo que olvidarme de todo lo que me enseñaron? ¿O es que sólo busco una excusa para no aceptar la realidad que me toca vivir?.
Me encuentro ante un mayéutica y a su vez una ironía. ¿Sé algo? en ese caso, ¿me sirve de algo lo que sé?.
Vuelvo a repetir: Los hombres olvidamos.
La paz se logra gracias a la mente, la mente funciona gracias al pensamiento. Éste es un conjunto de conocimientos, que pueden formarse a travez de diversas fuentes.
Gran parte de éstas fuentes son derivadas de la historia.
Otra de las grandes fuentes es la percepción de la realidad, y ésta es gravemente modificada por los prejuicios creados a partir de la historia que conocemos.
Pero nos encontramos nuevamente con que el hombre olvida.
Entonces me pregunto: ¿Es posible olvidar lo que conocemos, y así llegar a un estado de paz y libertad?
¿O es que si olvidamos dejamos de pensar?
"La consolidación de un bien general es imposible si se ignoran sus propios derechos. Si los pueblos no se ilustran, si cada hombre no reconoce lo que vale, lo que puede o lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antigüas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía".
Mariano Moreno. 4 de marzo de 1811.(murió envenenado a los 31 años).

martes, 18 de agosto de 2009

Tesoros y miserias II

Soy un mochilero del siglo veintiuno.
Estoy en camino hacia el sur.
Mi auto traqutea por el ripioso camino.
Arboles rodean el paisaje y el fresco viento que entra por la ventanilla acaricia mis pelos. Ese olor puro, ese aroma a vida, me conecta con el mundo.
Invita a la meditación.
Esta vida me enseñó muchas cosas, entre ellas a saber encontrar la felicidad, pero me quito muchos años, viviendo confundido, entre cables y campos de cemento.

Alejo mis pensamientos, y entro en mi destino.
Los perros salen a recibirme, con esa humildad que solo un perro puede tener.
Inspiro hondo y mi pulso se relaja.
Me siento a esperar y es mi cabeza la que traquetea.
Buscamos ser libres, pero nos aferramos a todo lo que este a nuestro alcance, pensando así librarnos de la muerte también. Maltratamos a quien nos da vida, a quien nos ayuda, a nuestro mejor amigo, y todo por querer permanecer.
La cortina se mueve y es traspasada por una regordeta señora, pero de indudable buena salud, y aspecto amable, apacible.
Me sonríe y me invita a entrar y sentarme.
Me dice que ya vuelve y sale por una desvencijada puerta.
No puedo evitar que mi cerebro vuelva a girar.
Mi vida estuvo plagada de materialidades, y no podría contar esto si no fuera por el cariño que siempre me rodeo.
Logré mucho de lo que me propuse pero eran solo vanalidades.
En ese camino, mayormente me encontré con dolores, odios, egoísmo; todas creaciones del hombre y su ambición de poder. Pero el amor, el cariño, me mantuvo en pie.

Me indica la puerta mientras me dice que puedo pasar la noche en su casa.
Sonrio ampliamente mientras agradezco efusivamente.
Y es el brillo en sus sabio mirar, que me indica que encontré una madre mas, una hermana mas, un hogar mas.
Un fugaz pensamiento cruza por mi mente.
Detras de cada sonrisa sincera habita mi Dios

lunes, 3 de agosto de 2009

Anoche soñé.
Si que soñé.
Estaba durmiendo y mi habitación se incendiaba.
Años de recopilar recuerdos eran lentamente convertidos a humo y ceniza.
Y yo permanecía acostado, mirando como las paredes se derrumbaban.

Anoche soñé.
Claro que soñé.
Me encontraba en el centro del escenario.
Caras sonrientes aplaudían.
Años de esfuerzos y al fin estaba siendo recompensado.
Sin embargo me encontraba sonriendo tontamente, sin sentir ese éxito como mio.

Anoche soñé.
De otra manera no podía ser.
Estaba amando.
Grandes ojos me calmaban.
Toda una vida de devoción inútil y al menos por dos segundos descubría que el sentido de nacer.

Hoy me desperté.
Tarde o temprano este momento iba a llegar.
Y me encontré viviendo.
Una parte de mi vida se había ido, y una parte estaba en camino.
Entendí que el sueño no se sueña, no se crea; si no que se vive.

Hoy me desperté.
Respirando lentamente me levante, me miré en el espejo y dije: "La puta madre, que lindo día".

lunes, 27 de julio de 2009

Hablando de libertad

Eran las tres de la mañana, la hora elegida por los espíritus para hacer su entrada en escena. Era el whisky lo que en ese momento me infundía calor, ya que hacia tiempo que mi corazón se había detenido.
Paradojicamente, fueron sus ojos celestes como el cielo, filosos e incisivos como escalpelo, y fríos como lluvia de julio, los que repentinamente hicieron retornar los latidos a mi pobre y maniatado corazón.
Es extraño que semejante suceso, como volver en vida a la vida, no haya desatado en mi una cuota de raciocinio; pero es que el amor no tiene razón, como la fe no tiene razón en la religión.

Y el destino nos preparó, nos juntó; no nos dejó a la intemperie. Con el tiempo como arma. Y fue con esa herramienta que tan hábilmente maneja, con las que nos construyó un nuevo camino. Se adentro en nuestros cuerpos, recorrió cada artería y cada vena, y sedimentó de paciencia cada músculo.
Fue en ese preciso momento que nuestras miradas se cruzaron entre la muchedumbre. Como un puente entre nosotros; las palabras se volvieron inútiles, porque nuestros pensamientos se unieron y el reloj se detuvo. Pareciera como si el tiempo hubiera muerto en nuestro cuerpo y toda rastro de urbanización desapareciera.
Lentamente una imagen fue apareciendo, como en segundo plano, porque el primero solo era ocupado por sus ojos. Nos encontramos en una suave pradera, y a lo lejos el ruido del agua correr y las olas romper. Sin dejar de mirarnos fuimos fundiéndonos, esfumandonos, y el pasado fue convirtiéndose en simplemente un fugaz y efímero estado de la memoria. Tal como nosotros nos transformamos en una suave brisa de verano, acariciándonos, meciendo las hojas de los arboles y haciendo bailar los verdes pastos; combinación de tormenta y calma, mezcla de pasión y amor.

jueves, 23 de julio de 2009

...Donde escondemos tesoros y miserias...

Era un pobre tipo enamorado de la vida.
Como en toda historias, fueron sus malas apuestas las que lo tuvieron a un paso del abismo. Pero ese paso se dio y se encontró nuevamente vivo. Renovado. Porque aprendió, y aprende día a día, que querer no es gratis sino gratificante. Intenta no volver a ser nunca el de ayer. Es la buena felicidad, esa que no se nota.
Una noche de marzo, decidió escalar montañas, besar el frío infierno de la noche, bailar con la tierna caricia del viento, esconderse y ser parte de una luz intermitente, pero siempre resplandeciente.
Una tarde salió a navegar, reflejada su imagen en la inmensidad, abrigado solamente por un instinto. Tomando toda nube como casa.
Una mañana se encontró en un bosque, respirando el sol matutino, descansando cómodamente en el acolchonado pasto.
Observo al humano cabeza abajo y supo perdonarlo. Sí pecó de fanfarria fue porque pudo conocer la fórmula de la felicidad. Aunque esa receta es la suma de mares, montañas, bosques y vidas.
Hay quien dice que es cara la receta, y hay quien dice quien pone precio a la felicidad es un pobre hombre.
Pero estas cuestiones sobrepasaban su capacidad, y sin embargo, era un pobre tipo feliz.
Y en su ignorante sabiduría siempre repetía: "Aquel que es inteligente y no feliz, no es inteligente".