lunes, 29 de marzo de 2010

Buscando un mudo que pueda escucharte

No puedo salir del asombro que me embarga. Es que si algo nunca dejó de sorprenderme es esa ambigua forma de pensar que tenes. La que te dio tanto la posibilidad de envilecerme o enaltecerme. ¿No consideraste tal vez que el infierno no siempre está donde crees, o donde lo ves? ¿No te diste cuenta acaso, en todos estos años, que una certeza puede desaparecer con la misma facilidad que un recuerdo de tu memoria?
Parece simplemente que la vida no te enseña, sólo vos te condenas a tener la razón. Como si esto lo hubieras aprendido de mi mismo. Aunque ahora entiendo, lo más probable es que así haya sido.
Pero debo entender que ya no me corresponde, que no es mi jurisdicción, porque tu ser hace rato se separó del mio.

jueves, 25 de marzo de 2010

Las escamas de mi dulce corazón

Es una triste novela, una burla del destino, pero nada más que la verdad. Es una historia sin final feliz, sin trama. Sólo otro soso y normal cuento. El protagonista una persona común y corriente.
Todo empieza con un error, su error. Se siente arrepentido pero sabe que con eso no basta. Su equivocación fue ya conmutada para dejar paso sólo al castigo interno. El tiempo va borrando los recuerdos de los hechos pero la herida permanece abierta como si fuera reciente.
Siempre albergó una mínima esperanza: que no fuera una simple persona más. Pero hoy siente imposible que esa sea la verdad.
Como suele pasar en la vida, se arrepintió tarde y dejo su futuro en manos del destino.
Cree que, por ser su traspié, tampoco tiene derecho a cambiar la suerte que hoy corre, y así al menos, redimir un poco su desliz dejando en mano del destino su propio camino.
Sabía de su culpa pero peor fue el escucharlo de otra voz que no sea la de su conciencia. Y ya no hay atenuantes ni culpables que puedan hacerlo sentir nuevamente aquel caminante de la buena senda. Desde ahora transitará la senda de los ignorados.
Es por todo eso que la pena verdaderamente nunca fue conmutada, sino todo lo contrario: el indulgente y benévolo juez dio paso al crítico más déspota, ese que nunca supo indultar, ese quién jugo a sentenciar para cumplir simplemente un papel. Papel en una obra de cuarta, donde éste protagonista también sabe actuar, y jugar a que es sólo una triste y común alma más.