Se encontraba otra vez sentado frente al monitor. Las ideas no llegaban. Parecía que su inspiración se había transformado en un ente, que sólo aparecía en fugaces momentos. Y en esos lapsos nada en limpio podía sacar.
Su frustración venía en aumento y su felicidad parecía un triste degrade. Sin embargo no era la inspiración su principal problema.
Estaba atrapado entre muros que clamaban por su presencia y reclamaban su participación.
Desde un principio supo que en ese juego nadie ganaba, y fue en ese momento que descubrió que la ruta de escape, o mejor dicho su escudo ante este juego, era la escritura.
De chico su escapismo era, como la normalidad de todo niño lo indica, la imaginación. Tomaba cualquier elemento y lo convertía en una historia. Podía así estar horas y desaparecer de la realidad que le tocaba vivir.
Sabía que en algún momento el escudo podría fallar, pero no esperaba que sea en ese momento, cuando más lo necesitaba. Y como él, todos sabemos que el destino es a la vida lo que la fe es a la religión.
Sin más caminos, maniatado por su reciente fatalidad, sin disponer de otra mejilla, cerró su PC, dejó su té a medio tomar y salió a la vereda. Su inspiración había vuelto: acababa de descubrir que no hay mejor escudo que la pura desnudez.
2 comentarios:
Apa...
q pasa amiga?
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