No existes más que en mi imaginación se dijo. Mounstro de media cabeza, con garras de espinas. Vete de aquí, que nada vas a ganar aunque nada tengas por perder.
Desearía que mi luz te ilumine, dijo ahora mientras pensaba, solamente para que puedas volver a tu camino.
Acarició su almohada esperando encontrar en esa suavidad un escudo.
Tomó de la mesa de luz el encendedor, abrió la cigarrera, encendió un cigarrillo y se dijo, después de todo, con diez años demasiado me la banco.
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