
Hasta incluso en su nombre: María Soledad Laudano.
Mil desamores vivió, con la esperanza que en el horizonte aparezca su verdadero príncipe, que destrone el dolor de su corazón y se convierta rey de su mundo. Pero hasta el momento solo los príncipes habían desterrado para siempre toda ilusión de tener un alma que abrace a la suya.
Se creía una burla del destino, y hasta sacrificó todas sus neuronas en noches de insomnio, por cambiar lo imposible. Pero ella no sabía que el destino no hace acuerdos. Y que la burla es solo una cualidad humana, como también lo es amar con pasión, como ese príncipe en el horizonte tenía pensado amarla...