jueves, 23 de julio de 2009

...Donde escondemos tesoros y miserias...

Era un pobre tipo enamorado de la vida.
Como en toda historias, fueron sus malas apuestas las que lo tuvieron a un paso del abismo. Pero ese paso se dio y se encontró nuevamente vivo. Renovado. Porque aprendió, y aprende día a día, que querer no es gratis sino gratificante. Intenta no volver a ser nunca el de ayer. Es la buena felicidad, esa que no se nota.
Una noche de marzo, decidió escalar montañas, besar el frío infierno de la noche, bailar con la tierna caricia del viento, esconderse y ser parte de una luz intermitente, pero siempre resplandeciente.
Una tarde salió a navegar, reflejada su imagen en la inmensidad, abrigado solamente por un instinto. Tomando toda nube como casa.
Una mañana se encontró en un bosque, respirando el sol matutino, descansando cómodamente en el acolchonado pasto.
Observo al humano cabeza abajo y supo perdonarlo. Sí pecó de fanfarria fue porque pudo conocer la fórmula de la felicidad. Aunque esa receta es la suma de mares, montañas, bosques y vidas.
Hay quien dice que es cara la receta, y hay quien dice quien pone precio a la felicidad es un pobre hombre.
Pero estas cuestiones sobrepasaban su capacidad, y sin embargo, era un pobre tipo feliz.
Y en su ignorante sabiduría siempre repetía: "Aquel que es inteligente y no feliz, no es inteligente".

3 comentarios:

Daai. dijo...

lalala, estas feliz?

JPPili dijo...

Muy bueno, especialmente la última frase, muy copada. Estas escuchando duro y parejo al Indio veo

Lolo Pillud dijo...

Se, estoy feliz...y si, escucho el indio, y si, me gusta a mi tamb la ultima frase...jajajajaja