Puedes intentar toda la vida que las situaciones se adapten
a vos, puedes intentar que los choques sean menores; puedes procurar que la
pintura sea lo más brillante. Nada va a evitar que en algún momento la vida te
saque de tu eje.
Puedes buscar ser fuerte, y construir murallas a tu alrededor;
puedes ir caminando como si nada fuera a pasarte; puedes mirar al frente,
desafiante, como si en tu mundo no existiera la sorpresa. Lo cierto es que nada
de esto va a hacer que llegues de pie hasta el último suspiro en tu existencia.
Tarde o temprano, las enseñanzas llegan, y apuesto a que no te
van a llegar a modo de manual explicativo. El transcurrir en sociedad,
probablemente te demuestre de la manera más sucia lo que necesites saber.
Cuando menos lo esperes un frío va a invadir tus huesos, y en ese instante
probablemente no sepas porque ventana entra el viento.
No son muchas las armas para enfrentar lo caro que puede
valer el automático hecho de respirar, pero te puedo asegurar que cuanto menos
en cuenta tengas que respiras, más se va a helar la sangre que te recorre.
En cualquier viaje, nunca estamos solos; y mucho menos si
conocemos realmente quienes somos.
No te engañes, no temas a las verdades que puedan existir
dentro tuyo. Permitite odiar a quién creas sagrado, permitite entender el porqué
de ese odio. Acepta que podes ser una mierda y no tengas miedo de eso, pero no
te olvides que todos los días tenés la opción de elegir quien ser. Pensá que
nunca vas a estar más protegido que con tu propio cariño.
El camino de conocerte te va a llevar a quererte, a
plantarte firme, seas quien seas.
Si atravesas por todo el proceso, probablemente empieces a
merecer respirar. Y seguramente sepas el valor de una acción que viene con
nosotros desde el primer minuto de vida, es mucho más que un movimiento involuntario
del cuerpo; es el regalo que obtienes por luchar. Es valorar cada minuto de tu
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario