miércoles, 2 de julio de 2014

Hablando de libertad

Puedes intentar toda la vida que las situaciones se adapten a vos, puedes intentar que los choques sean menores; puedes procurar que la pintura sea lo más brillante. Nada va a evitar que en algún momento la vida te saque de tu eje.
Puedes buscar ser fuerte, y construir murallas a tu alrededor; puedes ir caminando como si nada fuera a pasarte; puedes mirar al frente, desafiante, como si en tu mundo no existiera la sorpresa. Lo cierto es que nada de esto va a hacer que llegues de pie hasta el último suspiro en tu existencia.
Tarde o temprano, las enseñanzas llegan, y apuesto a que no te van a llegar a modo de manual explicativo. El transcurrir en sociedad, probablemente te demuestre de la manera más sucia lo que necesites saber. Cuando menos lo esperes un frío va a invadir tus huesos, y en ese instante probablemente no sepas porque ventana entra el viento.
No son muchas las armas para enfrentar lo caro que puede valer el automático hecho de respirar, pero te puedo asegurar que cuanto menos en cuenta tengas que respiras, más se va a helar la sangre que te recorre.
En cualquier viaje, nunca estamos solos; y mucho menos si conocemos realmente quienes somos.
No te engañes, no temas a las verdades que puedan existir dentro tuyo. Permitite odiar a quién creas sagrado, permitite entender el porqué de ese odio. Acepta que podes ser una mierda y no tengas miedo de eso, pero no te olvides que todos los días tenés la opción de elegir quien ser. Pensá que nunca vas a estar más protegido que con tu propio cariño.
El camino de conocerte te va a llevar a quererte, a plantarte firme, seas quien seas.

Si atravesas por todo el proceso, probablemente empieces a merecer respirar. Y seguramente sepas el valor de una acción que viene con nosotros desde el primer minuto de vida, es mucho más que un movimiento involuntario del cuerpo; es el regalo que obtienes por luchar. Es valorar cada minuto de tu vida.

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