sábado, 17 de octubre de 2009

Another brick in the wall

Dicen que no hay otra vida que la que vemos.
Sus discursos, llenos de palabras, vacíos de contenidos.
Discursos lobotómicos. Palabras lisérgicas.
Un gran grupo se ve arrastrado por su marea. Hay días que despiertan, y se dan cuenta de lo lejos que están la orilla, pero ya es tarde.
Otro grupo, asmático de ideas contrarevolucionarias, se aferra a una palmera. Negando sus sentidos, siguiendo sus instintos.
En ese maremagnum de personas, una pequeña alma se deja llevar.
Sabe de su cruel destino, pero no le importa. Porque sabe, que a veces, sólo contadas veces, lo mejor es que la corriente recorra tu cuerpo, aunque sea cuestión de segundos.
Lo sabe, lo siente en su piel. Su destino está escrito, por un triste poeta, fiel a caminos de ripios, pero con el sol en su norte. Con el cielo como bandera se yergue altivo, esperando que los vientos, terminen su febril carrera.
Maldito poeta ¿tanto le cuesta hacer una historia feliz?.
Si al fin y al cabo, Dios también supo ser poeta.

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